lunes, 4 de mayo de 2009

Un huevo en la cara de Amenábar

No, no es nada sexual.

Es literalmente un huevo, un huevo como los de gallina, podría ser de gallina pero no voy a definirme, además ya está roto, su contenido, yema y clara, gotea pringoso por la cara perpleja de Amenábar como podéis ver en el dibujo (1), apelmazando su barbita incipiente.

No es que se lo haya tirado ningún competidor del feroz mundillo del cine, ningún meritorio rencoroso, ninguna putilla despechada que en venganza haya arrojado el huevo para sabotear su paseo por la alfombra roja, verde o color diarrea.

No es ningún cinéfilo ofendido por el flagrante y bochornoso intento del cineasta por parecerse a Kubrick ¡A Kubrick nada menos! dejándose esa barbita. No es la primera vez que lo hace, Amenábar, tiene fotos intentando parecerse a Buñuel. Pero tampoco es por eso.

No es una vecina molesta por el estruendo del evento farandulero. No es tampoco su travieso sobrinito, a pesar de que tiene por costumbre precisamente arrojar objetos desde su terraza a los viandantes.

Ni siquiera es un huevo venido del frío, del frío del espacio, más le valdría limpiarse cuanto antes, a Amenábar, si el huevo fuera extraterrestre, pero no hay cuidado porque no es el caso.

Es sólo un huevo. Resbalando por la cara de Amenábar. Pringando su traje de etiqueta. Despojándole de su dignidad. Arruinando su carrera para siempre.


(1) Aún no lo he hecho, en cuanto lo tenga lo cuelgo, pero podeis haceros una idea de cómo es: Amenábar de pie en la alfombra roja, flashes y cámaras por todas partes, su rostro estupefacto, churretoso de clara y yema rota de huevo. La gente primero contiene la respiración, no sabe si es una piedra, un cóctel molotof, un tanga, no sabe qué es vaya, pero en cuanto ven que es un huevo se echan a reír, Amenábar se pone muy colorado, tras unos muy tensos segundos huye sollozando a refugiarse en el cuarto de baño.